El principio incuestionable en el derecho penal, según el cual, además del castigo -por ejemplo, por el robo- debe haber una restitución -en este caso, la devolución de los bienes robados al propietario- encontró su camino en la teología cristiana desde muy temprano. Por lo tanto, un pecado como contravención culpable de un mandamiento de Dios debe -en primer lugar- ser expiado ante Dios por medio del arrepentimiento (penitencia: el acto de sentir vergüenza, pena y arrepentimiento por haber hecho el mal) y, a continuación, -la alteración del orden impuesto por Dios causada por el pecado- debe ser restaurada. – Este segundo podría, en determinadas circunstancias, hacerse también mediante el pago en efectivo: el dinero de la indulgencia en sentido estricto. – De la primera, es decir, del arrepentimiento, se abusó entonces también como si estuviera en venta (¡causa externa de la Reforma en Alemania de Martín Lutero!) y se convirtió en un verdadero comercio a través de las llamadas cartas de indulgencia (comercializadas). – Indulgencia, en documentos antiguos también de género neutro, deriva de ablassen que significa remitir, perdonar, absolver. – Véase Abtrag, Annaten, Beichtgeld, Bussgeld, Dispensationsgeld, Läutegeld, Kathedralgeld, Kirchgeld, Obvention, Opfergeld, Palliengeld, Peterspfennig, Pönalgeld, Prokurationsgeld, Simonie.

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El profesor universitario Dr. Gerhard Merk, Dipl.rer.pol., Dipl.rer.oec.
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